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2/12/08

ESCRITORES Y FONTANEROS

Recibo una llamada de teléfono.
-¿Don Carlos Jurado?
-El mismo -contesto-.
Mi interlocutor se presenta ceremonialmente. Me dice que ha fundado una revista de corte literario que, dada la filosofía corrosiva que la inspira, se llamará “La Barrena” y que está buscando plumas afiladas para llenar sus páginas de contenido.
-Si busca plumas… ¿Ha probado con Boris? -ironizo-.
-¿Ve usted cómo no me he equivocado al llamarle?
A continuación comienza con la glosa de rigor de su iniciativa, chocantemente desmedida, con los aparejos y embustes de quien te vende una enciclopedia. Me comenta que cuenta ya con reputadas colaboraciones, algunas deslumbrantes, aunque no me dice nombres. Lógico. Añade que “La Barrena” llegará a todos los rincones de España e Hispanoamérica, para convertirse en referencia de los entresijos literarios en lengua castellana. Para acabar, me ofrece una colaboración semanal como si me regalara un millón de euros.
-Todo eso está muy bien pero… ¿Cuánto pagan? -le pregunto-.
-¿Pagar? Nada, por supuesto. Le parece poco con la honra… -me responde con cierto deje contrariado-.
Como no es el primer ofrecimiento “altruista” de esta calaña que recibo para que, luego, los avispados promotores de periódicos, revistas y demás se llenen los bolsillos en santidad de buenas letras, intento abreviar la negativa. Y no por desprecio a ese tipo de iniciativas sino porque uno ya empieza a estar harto de la vejación constante que sufren los escritores, como si escribir fuera el único oficio en el que no están bien vistas las retribuciones.
-Es que los escritores también comemos -le digo-.
-Pues, la verdad, no le entiendo. Se pegan tortas por entrar… -casi me espeta-.
-No quiero que nadie se haga daño por mi culpa.
Me despido muy amablemente y cuelgo.
Apenas unos minutos más tarde, me informan de que se ha estropeado el grifo de la cocina, que chorrea, así que llamo al fontanero y le detallo la naturaleza de la avería.
-A ver si la semana que viene puedo pasarme.
-¿Y mientras? -le pregunto preocupado mientras observo el cuantioso desagüe del grifo-.
-Mientras pone usted un vasito.
Tres semanas más tarde, tres mil seiscientos vasitos después, está el grifo medianamente arreglado. Diez minutos cronometrados empleó el orondo fontanero en aquella improvisada chapuza sin ningún propósito de arreglo sino de poner la mano.
-Aún gotea -le señalo-.
-Pero no inunda -me responde insolentemente-.
Antes de que me pase la minuta, rememoro la conversación con el editor de “La Barrena” y decido experimentar con el asunto de las sensibilidades. Así que, para conmoverle, le explico al fontanero matices de la crisis económica, de su repercusión en las economías familiares, de cómo nosotros, los de abajo, los que no tenemos márgenes económicos para salvar la crisis, debemos hacer frente común y solidario para no ahogarnos.
-¿O no es para usted una honra haber arreglado ese grifo?
El fontanero parece no entender del todo mi comentario pero se encoje de hombros, me pasa la cuenta y extiende la mano.
-Pues se daban tortas por venir a arreglarlo.
El fondón fontanero me mira de arriba abajo, se rasca la colorada nariz y me dedica una mirada equidistante entre la socarronería y la impaciencia. Luego me cobra setenta euros por mano de obra, diez por los materiales y veinte por el desplazamiento.
Entonces fue cuando decidí dejar las letras y tomar el oficio de fontanero. Pero, por más que lo intento, no puedo.

EL SEÑOR MORALES


Un bético muy bien informado, de los de fiar, muy considerado en la cúpula de Heliópolis, me comentó hace ya algunos meses que Nuchera jamás compraría el Xerez Deportivo. Y me lo refirió con una sonrisa socarrona y recelosa.
-Ése está tanteando, como siempre. Lleva toda la vida haciéndolo, a ver qué pilla.
Quizás por esta referencia, insisto muy de fiar, no me ha supuesto ninguna sorpresa la reciente espantada de Nuchera. Ser solvente es una cosa pero, ser serio, es otra bien distinta.
Pero más aún, la retirada de Nuchera ha sido para mí una doble satisfacción.
Primero, porque no quiero en Jerez a un alumno aventajado de Lopera, con la chequera en una mano y el santoral en la otra; lo único que nos faltaba. Y también, por otra parte, porque así Joaquín Morales está obligado a quedarse en el Xerez.
La inspiración de esta satisfacción doble se sustenta en un detalle que puede parecer poco solvente; nunca me gustaron los ojos del sevillano y sin embargo confío en la mirada del de Dos Hermanas. Las palabras mienten pero los ojos no; nunca falla.
Por otra parte, como xerecista de corazón, recomendaría a esos aficionados en horas alborotadas, a los de las pintadas, algaradas y amenazas, una cura de amnesia.
Joaquín Morales asumió un Xerez ruinoso, devastado por Oliveres y Silgados, ambos de mala mirada. Me permito recordar que estos dos presuntos golfos, casi no presuntos, llegaron aquí de la mano de algún político grandilocuente y con el único propósito de cambiar fútbol por favores y ganar publicidad gratis para enaltecer sus turbios negocios.
Cuando al señor Morales le iban sus negocios viento en popa, podía dedicar buena parte de su tiempo y recursos al Xerez, pero ahora, con el batacazo inmobiliario, es lógico y humano que quiera vender para ocuparse de su patrimonio. También porque todo cansa, más aún el desagradecimiento. Pero hay que comprender que no pueda vender al oportunista de turno, a cualquiera, ni de cualquier manera. Los candidatos que van desfilando quieren favores bajo cuerda, subvenciones municipales, trueques urbanísticos,… y no está el horno para bollos. Así que recogen velas y se marchan. Sin embargo, Morales sigue.
Yo pienso que no hay dirigente en el fútbol que no se mueva por algún recóndito interés personal pero, en el caso de Morales, de ser así, que no lo sé, ese momento pasó. Así que quiero pensar que lo único que le mueve ahora es su orgullo por sacar este club adelante, una llamada de amor propio. Y habría que agradecerle todo esto con un apoyo que nunca ha tenido. No olvidemos que otros, en esta misma tesitura, o viendo que no podrían llenar las sacas, desaparecieron y no han vuelto a dar señales de vida.
Y yo me pregunto ¿A qué vienen tantas voces pidiendo que venda? ¿Qué razones hay para el descontento, para las pintadas, para las amenazas,… con un equipo líder y al día? ¿Cuáles son los intereses políticos y periodísticos por quitar a Morales de la circulación?
¿Serán sus errores? No lo creo. Personalmente no me inspiran ninguna confianza los tipos perfectos, sencillamente porque no existen, sólo existen tipos imperfectos con dotes de mentiroso. Sólo pido, en fútbol y en política, gente de buena voluntad. O mejor, prefiero errores sinceros que golfadas disimuladas.
Quizás, a final de temporada, haya muchos gritones de ahora que se apunten a mi carro. Porque sospecho que el denostado Joaquín Morales, o alguien en su nombre, será el primer presidente que lleve a mi club y a mi ciudad a primera división. Entonces desaparecerán de repente los detractores y brotarán los amigos y los políticos advenedizos.
¡Ah! Y para los mal pensados. Ni siquiera conozco al señor Morales personalmente.

LA MONEDA DE SEIS CARAS

Leo en la prensa una noticia alarmante.
Dice que sólo seis nombres, seis personas, seis caras, manejan las mayores partidas presupuestarias para la provincia de Cádiz. Se trata de Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz; Pilar Sánchez, primera edil de Jerez; Francisco González Cabaña, presidente de la Diputación Provincial; Diego Sales, rector de la Universidad de Cádiz; José de Mier, delegado especial para la Zona Franca; y Rafael Barra, presidente de la Autoridad Portuaria de Cádiz.
Y me rasco la barbilla. Esto quiere decir que seis personas manejan la friolera de 1.109 millones de euros y que, de sus presuntos buenos criterios, depende una buena tajada de nuestra felicidad. Pero más me rasco la barbilla cuando reparo en que sólo dos de ellos han sido legitimados con votos; ya saben, como se estila en democracia. Y si esto es así… ¿qué decreto divino ampara a los otros para que manejen nuestros cuartos y tomen decisiones cruciales para nuestras vidas?
Como soy tozudo, como una mula de las más tercas, desando la secuencia electoral para averiguar la soberana legitimidad de esos personajes. Y hay algo común en ellos; todos, directa o indirectamente, con mayor o menor disimulo, han sido designados por los aparatos de los partidos, a los que deben sumisión y quién sabe qué más. Y entonces aparecen nuevos y terroríficos descubrimientos, de los de vello como escarpias. ¡Pero si el presidente de la Diputación, casualmente, es el jefe en Cádiz del partido vitalicio en Andalucía! ¡Pero si nadie ha votado realmente a Martínez o Sánchez sino a garbanzos o lentejas! Este descubrimiento me sobrecoge y casi tumba mis muy sinceros principios democráticos. Casi tanto como cuando descubrí que la descuidada democracia puede legitimar que nos gobiernen dictadores camuflados o idiotas sin camuflar.
Porque son, al fin y a la postre, los aparatos de los partidos, el clan político, socialistas de "luisvuiton" y conservadores de "o sea", los que verdaderamente nos gobiernan. La sibilina transición de la democracia hasta la partitocracia.
Un amigo mío suele decir que la democracia se va perdiendo por el camino. Verdad como templo.
Y sigo leyendo la información de marras, más que nada por no ahogarme en la cenagosa espiral de las reflexiones. Y dice, además, que los mil y pico millones que se manejan desde Cádiz son notablemente inferiores a los que repercuten en la provincia por parte del Gobierno central y de la Junta de Andalucía. Nueva rascada de barbilla, más aplicada. O sea que, con lo que nos cuesta la descentralización política, también llamada “agencia de colocación de los amigotes, compañeros y camaradas”, ahora resulta que seguimos dependiendo de Sevilla y Madrid, de Chaves y ZP, o mejor, de Chaves y de quien sea porque el andaluz no se despega del sillón. Y ya me duele la barbilla. Porque concluyo que, en esta bendita democracia, nuestros cuartos son manejados por quienes nosotros no hemos elegido o por quienes están absolutamente alejados de nuestra realidad y necesidades.

14/11/08

LA PATALETA COTIDIANA

Como cada año, y van muchos, de manera nada sorprendente, aprovechando el estreno de los Congresos Literarios de la Fundación Caballero Bonald, usando la coyuntura para orinar en las esquinas y marcar territorio, el señor Bejarano abandona los santos y las muñecas para redactar sus puntuales insultos sobre Caballero Bonald. Y como nadie suele contestarle, se repite como el ajo.
Le puede la bilis y tiene que escupirla. La almacena minuciosamente durante 365 días para vomitarla sonoramente en estas fechas, con una exactitud sospechosa, con una premeditación insana. Quizás es el único recurso que le queda para significarse, para alborotar, con ese ejercicio de la micción esquinera.
Y arremete una y otra vez contra Caballero Bonald sin que muchos de sus fieles lectores sepan la real etiología de ese enfrentamiento unilateral, acaso seducidos por la habilidad del señor Bejarano para almohadillar con plumas las espinas; como una versión refinada de Barroso.
Pero, también, como jamás nadie le replica, quizás por no propiciar una batalla estúpida y sin sentido o, también, por no darle pie a que movilice sus huestes y el ruido se haga escándalo, o por no seguirle la corriente, el plumilla jerezano prosigue con su acumulativa tarea de ensuciamiento de una figura que, ni literaria ni personalmente, lo merece.
Antes de nada, es posible que alguien debiera advertir al señor Bejarano de la letra pequeña de la libertad de expresión, o sea, que se puede pero no se debe hacer mal uso de su rincón periodístico para perpetrar engañifas, o para revanchas, o peor, para determinadas venganzas particulares. O sea, cierta responsabilidad pública.
Y hablo de venganza con argumentos porque, si no lo saben, en el señor Bejarano confluyen dos razones de odio ciego sobre Caballero Bonald.
La primera, que siente amenazado lo que estima su territorio literario, o de significación letrista, su escueta demarcación, adoptando una defensiva innecesaria y pueblerina. Puede ser que el señor Bejarano confunda la destreza literaria, o la sangre, con razones administrativas de afincamiento. Según su retorcido criterio, alguien debiera explicarle a Caballero Bonald que el coto del señor Bejarano es lugar prohibido para los de arriba y también para los de abajo, sólo está abierto para sus secuaces. Esto me confirma que aún queda mucho que remediar en Jerez respecto a esas secuelas cortijeras.
Y hay una segunda razón. La soberbia del señor Bejarano, manifiesta en el exacerbado distanciamiento entre su cuello y su cabeza, no le permite digerir que fuera relevado de su cargo en la Fundación Caballero Bonald tras varios años de una gestión sencillamente inexistente. Poco empeño podía poner en la empresa cuando cuchicheaba en camarilla que sólo el merecía una fundación en Jerez de la Frontera. De modo que, tras un tiempo de inacción al frente de la Fundación, fue devuelto al amancebamiento de una subsidiada, fría y casi siempre desierta mesa de despacho.
Como pueden ustedes comprobar, al final, las cosas tienen un motivo más mundano que los reproches literarios y demás subterfugios.

LIBROS DEL FUTURO

El futuro de los libros, como soporte, como papel, se encuentra seriamente amenazado por los implacables avances tecnológicos. Eso nos insinuó Javier Celaya, que mucho sabe de esto, en su amenísima e inquietante conferencia con motivo del Congreso Literario de la Fundación Caballero Bonald. Nos vino a decir que no será un exterminio absoluto sino, más bien, una cesión variable y gradual de su predominio, una especie de cohabitación en la que, de antemano, se sabe quién lleva las de perder.
Y el conferenciante llevaba entre sus manos al culpable tecnológico del desaguisado; un libro digital; un ebook; o para entendernos, una especie de ordenador ideado para la lectura, o para la consulta, o para fardar, o más que todo eso, para ser vendido. Lo cierto es que ese ingenio diabólico tiene capacidad, de momento, para contener más de mil obras.
-De esa forma –me decía el conferenciante- cuando voy de viaje no me hace falta llevarme mil libros.
-¿Tanto lees en los viajes? –le pregunté de coña-.
Y no me extraña. Yo tengo una llave de memoria que alberga sobradamente todo lo que he escrito a lo largo de mi vida, que no es poco. Así de pequeños somos.
Las mayores editoriales del mundo ya están trabajando en el asunto de los libros digitales, al parecer de manera muy avanzada y guardando el mayor de los sigilos para no alertar a la competencia. Y si esto es así, pronto, o mejor inminentemente, comenzarán a proliferar estos nuevos diabólicos soportes de la lectura. Y ya hay quien idea añadirles fondos musicales, o imágenes en movimiento, o guías de personajes. Casi películas. Los inventos de la multimedia, la informática que lo hace todo. Casi todo.
Nada de esto será repentino sino una transición por goteo. Hay que ir masticando todos estos cambios súbitos mientras nos injertan los gérmenes del esnobismo. También porque, como alguien dijo, o lo digo yo, los cambios de calado necesitan que muera la generación defensora de los métodos tradicionales y que nazca una nueva que mame esa fórmula innovadora.
Yo, francamente, espero no ver cómo desaparece la magia de los libros de papel.

CRISIS DE CABALLO

En Jerez, aquí no podía ser de otra manera, atravesamos una crisis de caballo. Los males se ensañan con los más débiles y aquí ya estábamos bastante vulnerables.
La actividad económica, que los políticos se empeñan en enmarañar, tanto que ni Solbes parece comprenderla, se sintetiza en un término bien sencillo; la circulación de dinero. O lo que es lo mismo; yo hago, tú vendes y él compra. A partir de este bucle simplista se monta todo el confuso armatoste económico. Pero claro, si el que compra no tiene dinero, se vende menos y se disminuye la fabricación. Hasta que se paraliza el invento.
¿Y por qué hay menos dinero circulando? Por varias razones. Porque el que había por aquí ha sido retirado para tapar los socavones americanos. Porque cada vez nos quitan más pellizcos del bolsillo para el pago de las hipotecas. Y porque el precio de la gasolina ha aumentado a su vez el coste de todo lo que consumimos.
Hasta aquí razones externas. Pero no es serio que desviemos toda la culpabilidad al vecindario.
Por la dejación de unos y otros, hemos vivido en los colmos de una situación ficticia, inflada, por las inyecciones de los fondos europeos, por el desenterramiento de mucho dinero negro con la transición al euro y, sobre todo, por una desmesurada actividad constructora en reprochable connivencia con los bancos. Y la imprevisión de todo esto sí es una irresponsabilidad directa de nuestros gobernantes, de todos, de los que ahora escurren el bulto. Unos y otros han permitido esta escenografía económica trucada y nuestros gobiernos actuales, desde Madrid a Jerez, no han sabido leer soluciones al asunto. Era tan simple como poner dinero en nuestros bolsillos. Ahora se han dado cuenta, años después, cuando es demasiado tarde.
Ciñéndonos a Jerez, también pagamos ahora réditos adicionales. Los muchos años de caudillaje pachequista nos han instalado sobre un sustento frágil e inestable. Ese cacareado emplazamiento de Jerez en los brazos de los servicios y el turismo ha fracasado definitivamente. Hacía falta el acompañamiento de algún soporte más sólido. Pero no.
Y para no repetir errores, para hacernos fuertes, Jerez debe olvidar para siempre los inventos febriles del mesiánico de turno para apostar a muerte por lo que mejor sabemos hacer. Hay que aunar todas las voces y todos los empeños para reflotar nuestra industria vinatera, saber vender nuestros caldos, transformar su naturaleza inmovilista y amigarlos, ponerlos de moda con imaginación y sin funcionarios acomodados al frente. Por otra parte, teniendo todo lo que tenemos a nuestro alrededor, hay que empeñarse con igual determinación en el turismo, sin medias tintas y de manera sostenible, quizás porque el medio natural es nuestro principal aliciente y no los bloques de cemento, procurando calidad.
Pero falta determinación y atrevimiento. Difícilmente se puede apostar por un turismo de congresos con las aspiraciones pusilánimes y mediocres del palacio que se está construyendo. Se gana en función de lo que se apuesta.

UNA CHISPA DE ACTUALIDAD

Están ocurriendo muchas cosas en Jerez últimamente, ninguna esperanzadora sino todas indeseables.
Se ha hundido una casa en la barriada de la Constancia. Estaba cantado. Lo único benigno del asunto es que no ha habido desgracias personales aunque sí ha sembrado la preocupación entre el vecindario. Recuerdo que, cuando iba yo de niño a aquellas casas, hace la intemerata de tiempo, ya me producían una impresión ruinosa, próximas al descalabro. Así que parece mentira que nadie en urbanismo, que no será por técnicos de presunto renombre y opíparamente remunerados, haya previsto esta amenaza.
Y en este ambiente de derrumbes, más incendios, más la crisis y el paro nuestros de cada día, reaparece Pacheco de la chistera y dice que vuelve, o que no se ha ido. Yo creo que se fue, que ha esperado un tiempo en la sombra aquellas auditorías sobre su gestión que nos prometieron, y que sale ahora de la concha cuando comprueba que no van a producirse. Sólo una verdad en lo que él llama su verbo directo, yo diría más bien averiado, que Jerez es un absoluto desastre.
En efecto, aquí vamos de mal en peor y nadie, del eje Jerez-Sevilla-Madrid, es capaz de insuflar a los jerezanos una brizna de esperanza. Yo percibo la preocupación en la calle, un malestar que podría llamarse atmosférico. Pero claro, de Jerez a Madrid pasando por Sevilla, resuelven esas preocupaciones con un atadillo de datos y con algún dislate de falsas esperanzas.
Pero hay un dato mundano que delata la crisis con solo pisar las calles jerezanas; no recuerdo un Jerez más sucio y descuidado. Las calles están inmundas; hay bolsas y desperdicios por todas partes; las aceras están machacadas y llenas de cascotes; los jardines están descuidados y los árboles secos; los bancos y paredes han sido primorosamente decorados con grafitis por esa juventud de la EPD, plena de sensibilidad y ansias culturales; los parterres son escusados comunales de perros como exponente de la refinada educación predominante.
En verdad, poco ayuda este panorama desolador al optimismo que pregonan para reanimar la actividad económica. No creo que lo más eficaz para el ánimo del respetable sea ese entorno de penuria, porquería y devastación.
Algo así como pedir chistes en un velatorio.

20/10/08

FELICES

Dicen algunos, sin duda desvariados, que la vida debiera tener como norte la consecución de la felicidad y que, en consecuencia, toda la mecánica organizativa debieran ser instrumentos que ayuden a ese propósito. Véase democracias, estados, ayuntamientos y demás, todos ellos repletos de funcionarios al servicio de nuestras sonrisas.
Si esto es así, que es así, ¿creen ustedes que lo estamos haciendo bien? O mejor ¿creen que estamos empleando el sistema adecuado?
Me temo que no. Y para corroborarlo no hace falta un ejercicio desmesurado; sencillamente, abran la ventana, miren hacia a la calle y observen los ojos de la gente; apagados, sin brillos, indiferentes, resignados.
Enfrente, en el bar, una señora está esquilmando en una tragaperras el dinero de la compra. Abajo, dos conductores pugnan por una plaza de aparcamiento mientras buscan trabajo bien remunerado a sus respectivas madres. También hay cuatro parados ocupando un banco. Uno de ellos comenta, “mal asunto que tengan que solucionar la crisis quienes la han consentido y quienes no la notan”. Más allá, una madre clama porque su niño acaba de pisar una de las miles cacas de perro, como un campo de minas. Al fondo, asoma la cola del INEM, más larga que nunca, como una serpiente.
¿No les parece muy costoso el aparato para los pobres beneficios que nos comporta?
Yo recomiendo un nuevo sistema; menos leyes, el derribo del "dios dinero" y más educación.

LAS DIPUTACIONES

Los últimos sucesos vienen a confirmar con meridiana exactitud lo que tan a menudo he pregonado desde este espacio; la ineficiencia y el oscurantismo de las diputaciones provinciales con la complicidad evidente del clan político.
Los medios han destapado lo sucedido en Almería donde la diputación servía de cobijo a despojos políticos, amigotes, compañeros de partido y otros desahuciados a los que interesa mantener contentos y callados. Casi un subsidio. La cabeza de turco almeriense, por cierto, está fraternalmente amparada por el señor Chaves al hilo de su interpretación moderna de la filosofía cortijera.
A mi juicio, un país, y menos en las tristes condiciones actuales, debe esforzarse por prescindir de los gastos superfluos y, habiendo en el aparato del estado muchas instancias innecesarias, no se me antoja nada más prescindible que esos cementerios de elefantes o casas de misericordia que son las diputaciones.
El sucedido almeriense debiera ser por tanto, sería de desear, sólo el principio; el punto de partida para la auscultación de los más recónditos rincones de las diputaciones; por ejemplo la nuestra. Luego, una vez adentrados en las tripas de su funcionamiento y valorada su eficacia, será casi obvio su desmontaje.
Cuando esto ocurra, subirá el paro considerablemente pero, al menos, no estarán repartiéndose entre ellos nuestro dinero.

LA RESURRECCIÓN DEL VINO

Sube el paro. En Jerez más que en ningún otro sitio. Llegaremos como poco a los 25.000 y los remedios deben producirse ahora y no cuando estemos ahorcados.
La propuesta de una ciudad turística y de servicios se resquebraja. Y era previsible. El turismo y los servicios debieran ser el añadido de alguna otra cosa. Si no, siempre estaremos a la merced de la volatilidad externa.
Tampoco es posible inventarnos un tejido industrial. Nadie nos quiere para montar sus empresas, salvo si son generosamente subvencionadas. Sólo nos usan para el vino, la risa y los langostinos. Sus razones tendrán.
¿Y qué hacemos entonces? ¿Resignarnos?
No se me ocurre otra fórmula que ser consecuentes con nuestra cultura. Apostar por nuestra tradición y sabiduría. Por el vino; sí, por el vino.
Se me ocurre reflotar la industria vinatera, como objetivo número uno, sin más puñetas. Tenemos una gran marca colectiva y los mejores productos. Sólo nos falta venderlos, habilidad, trabajo, imaginación y atrevimiento para resucitarlos. Constituir la “mesa del vino” –y no el vino de mesa-, dando cabida en ella a todos los sectores, echar en esta empresa el resto.
No hay otra alternativa para abandonar la cola de los torpes, salvo más de lo mismo.

CRISIS

El Ayuntamiento de Jerez está casi en bancarrota, lo estaba ya antes de llegar la crisis. ¿O sigue sin ser crisis?
Las medidas que se barajan en el cotarro político jerezano para contrarrestar esta ruina no son demasiadas y, siempre, de naturaleza irrisoria. Recortes en todo hasta el ahogamiento menos en lo más razonable, en los gastos propios.
Yo, aquí, humildemente, les sugiero algunas medidas adicionales que, sin duda, no tomarán en cuenta. Pero, al menos, es bueno que el ciudadano de a pie sepa que no lo hacen.
Una. Supresión de todos los coches oficiales. O sustituirlos por bicicletas. Una medida, por otra parte, absolutamente congruente con el plan de movilidad que ustedes sugieren.
Otra. Limpieza exhaustiva de cargos y puestos obsoletos y revisión salarial de los que no lo son. De ahí podemos ahorrar un buen pico.
Y otra. Supresión de todos los departamentos y organismos decimonónicos e inservibles. Por ejemplo… ¿alguien sabe la utilidad de las Diputaciones salvo cementerio de elefantes políticos y Jauja de los amigotes? De aquí sí que sacamos una buena pasta.

2/10/08

NEPOTISMO

En el Ayuntamiento de Jerez se suceden las acusaciones entre PP y PSOE, y viceversa, sobre los tratos de favor, también llamado nepotismo, en la contratación de determinados trabajadores; dicho sea que, a menudo, llamarlos “trabajadores” pudiera ser un exceso por mi parte.
Pues bien, aclaremos el término.
Nepotismo es la preferencia de los gobernantes o funcionarios por proporcionar favores o empleos públicos a familiares y allegados; lo que en el lenguaje cotidiano se conoce como enchufe. Este uso, en sociedades que presuntamente se rigen por el factor “mérito”, como la nuestra, constituye un acto a todas luces discriminatorio y corrupto.
Pero claro, el clan de los políticos se desenvuelve a las mil maravillas en esos territorios fronterizos de la legalidad y, con mayor destreza aún, en los de la moralidad. Por eso han llegado donde están.
¿Y qué hacen nuestros políticos para legitimar ese nepotismo?
Muy fácil. Inventarse la figura de los puestos de libre designación, o sea, el puro y afilado dedo vestido de legalidad.
En todos estos asuntos, y en otros muchos, los políticos procuran siempre sembrar la confusión entre la razón y el pretexto, el asunto y el trasunto. El pretexto es rodearse de figuras de confianza, más técnicas y especializadas, que les ayuden a dilucidar sus decisiones. Y la verdadera razón, más que a menudo, cuando no siempre, es el puro nepotismo, o sea, la colocación bien remunerada de familiares, amigos y afines.
No se salva ninguna de las formaciones que conozco, acaso el partido de Rosa Diez, por recién llegado. Y esa epidemia no excluye al espectro jerezano. Véase, PP y PSOE como versiones veniales de lo que promovió Pacheco en su día.
Y si estoy equivocado, para desdecirme… ¿podrían ustedes hacer públicas las listas de cargos de libre designación desde los remotos tiempos de Pacheco? ¡Ah! y de paso ¿podrían incluirme ustedes la nómina de la Diputación de Cádiz? De ahí, si no les importa, me apuntan a todos, del primero al último, que no los ha votado nadie.
Puede ser divertido.

16/9/08

EL HABILIDOSO SEÑOR BRENES

El señor Brenes, máximo responsable de la educación gaditana, nos sorprende con una inacabable relación de sus logros. Pero pasa que, por más que busco y rebusco en mi experiencia personal y en la de mi entorno, no consigo encontrar ninguna hazaña meritoria. O sí. Acaso el mérito de haber asimilado el extendido uso político de la media verdad, de la inexactitud conveniente o de la pura mentira.
En cualquier caso, señor Brenes, me parece poca cosa para el engrosado presupuesto que maneja.
Así que, discrepando de la inmodestia del señor Brenes, su gestión se me antoja, cuando más, entre lo torpe y lo nefasto. Y es que cada cual juzga según los beneficios o perjuicios que le comportan determinadas decisiones y a mí, señor Brenes, me han hecho ustedes la gran puñeta.
Y le explico.
Yo tengo dos hijas en edad escolar, de edades muy próximas, y ustedes han tenido la feliz idea de separarlas y mandarlas a colegios diferentes que, además, ni se acercan a los que nosotros elegimos en su día, sin falsificaciones. Así pues, primeras gracias señor Brenes.
Pero además, al amparo de la ley, recurrimos esa designación en tiempo y forma y ustedes, los de Educación, con evidente mala educación, ni siquiera se han dignado a contestarme. Quizás el señor Brenes y demás estaban tan enfrascados en su excelsa gestión que han olvidado lo más elemental; cumplir la ley.
Pero hay más. Siendo nosotros padres trabajadores, lo cual hoy es casi un milagro, y con horario más allá de las tres de la tarde, solicitamos plaza de comedor para ambas niñas. Un pequeño alivio. Pero por supuesto, han sido denegadas. Gracias de nuevo, señor Brenes.
Por último, señor Brenes, muy pronto, se creerán ustedes legitimados para inocular a nuestras hijas con esa asignatura, la versión moderna de la FEN franquista, “la educación para la ciudadanía”, otro exponente de mala educación, materia con la que pretenden abducir a los menores sobre las muchas excelencias socialistas, todo bajo el tupido velo de libertades.
El señor Brenes, y otros, desconocen que la libertad no se enseña sino que se respira.

LA PLAZA DE LA ESTACIÓN

La plaza de la estación de Jerez, tras años de obras, tantos como las pirámides, ya está operativa. Por decir algo.
Para empezar, dejar allí un pasajero es una temeridad. Amén del suplicio de traspasar el engendro circulatorio de Madre de Dios, un nudo de inmovilidad para coches y peatones.
Pues bien, en la plaza de la estación han suprimido los posibles aparcamientos y, sin embargo, el parking sigue cerrado. Muy listos. Yo sigo sin entender esas fotogénicas inauguraciones de lo que aún no está acabado. Ese slogan jocoso que dice: “Yo no hago, yo inauguro”.
Siempre me ha admirado el preciosista edificio de la estación de ferrocarril, de lo más emblemático de Jerez, un monumento civil poco valorado que data de 1856. Lástima que el diseño de la nueva plaza haya borrado la espléndida vista con horrendas estructuras de ladrillo y chimeneas evocadoras de ninguna cosa. Parece, más bien, como si fuera la venganza de un antiferroviario.
Para completar el desvarío, esquinada, está la casi recién estrenada estación de autobuses. El aspecto es desolador. De primeras, porque parece un mausoleo, el paradigma de la mediocridad y de la inadecuación. Eso por fuera. Por dentro es peor. Allí nada funciona, ni los paneles informativos, ni el reloj. Se ha desprendido el revestimiento de paredes y columnas. Los expositores de prensa están atados a las columnas con cuerdas. Precintos de la policía local por el suelo. Patético.
Ahora sí usarán la palabra crisis para justificar este desastre.

AHORRO

Aquí estamos de nuevo. Un poco más morenos, algo más descansados pero mucho más pobres. Muchas cosas han pasado este verano y casi ninguna grata.
Y claro, cuando el bolsillo está apretado tras los dispendios estivales, comienzan los recortes. El nuestro y el público.
Puestos a recortar, nuestra Alcaldesa ha decidido suavizar los sueldos de los altos cargos designados por los anteriores sumos munícipes, que no deben ser pocos. El resto de formaciones políticas han puesto el grito en el cielo. ¡Claro! de todos es sabido que esos emolumentos se reparten con los partidos. Ahí duele.
Pero a mi juicio Pilar Sánchez se queda corta. No puedo entender cómo se perpetúan esas designaciones digitales. Debieran ser, digamos, nombramientos temporales, que permanezcan empleados justamente lo que sus padrinos políticos. Luego a la calle, como todo hijo de vecinos. También, espero, que para evitar males futuros, nuestra Alcaldesa dé ejemplo y no haga lo mismo con los designados por ella, es decir, que sean alistados con fecha de caducidad y no con blindajes sospechosos.
Pero aún actuando así, la Alcaldesa se quedaría corta. Porque los ciudadanos debemos exigir el desmontaje de este cementerio de elefantes en el que se han convertido departamentos e instituciones; duplicidad de funciones, mesas de despacho vacías, vagos de sopa boba, alojamiento de amiguetes, retribución de servicios prestados y mordazas para enterados.
Sin ir más lejos, sigo sin comprender la supervivencia institucional de las diputaciones, organismos florales pero que manejan presupuestos desorbitados y que son repartidos a discreción con complejo de Reyes Magos, despachos que son absurdo asilo de beneficencia de los descartados, de los molestos y de muchos compromisos opacos.

LOS RUIDOS

El ruido es la hermana pobre de las contaminaciones.
Nadie le hace caso porque su repercusión no es extremadamente grave, sólo molestias e incomodidades, tanto como otras a las que, a capón, estamos acostumbrados.
Pues bien, asumiendo de mala gana los ruidos inevitables, esos que podrían catalogarse como lógicos, alguien debiera velar porque no proliferaran los que son de naturaleza intencionada, los producidos por quienes disfrutan con el simple hecho de molestar o por quienes se saltan de oficio las más elementales normas de convivencia.
Así que obviaré el estrépito de la recogida de basuras, o el claxon impertinente de quien ha sido encerrado en su aparcamiento, o las tumultuosas broncas de los vecinos, o el vocerío de quien lleva encima seiscientas copas de más.
Me referiré, o mejor, denunciaré, a los más escandalosos e imperdonables fabricantes de ruidos; las motillos y los coches, o para ser más precisos, al macarra que los conduce.
Parece ser que seduce, o “mola”, eso de manipular los vehículos para sacar de sus tripas el mayor estrépito posible.
Este gusto por el escándalo, por liberar tubos de escape, por fabricar discotecas ambulantes y abrir las ventanas para ensordecer al vecino, es uno más de los efectos secundarios de la reinante mala educación.
En tiempos de reinado de lo verde, de lo no contaminante, el ruido no debiera ser olvidado.

LAS MIEMBRAS

No hay modo más eficaz de adquirir popularidad que hacer ruido; también en política. Pero como los políticos no tienen una Operación Triunfo para destacarse utilizan otros medios, aunque no menos estrafalarios.
Pues bien, le ha tocado la vez a doña Bibiana Aido.
La gaditana, titular del Ministerio de Igualdad, una cartera vacía, tal como una casa abandonada, quizá sin otra ocupación, ha decidido llevar su cruzada feminista al campo de la gramática más elemental.
Doña Bibiana, con sus “miembras”, ha decidido reinventar la lengua española, no sé si por torpeza o por mal aconsejada. En cualquier caso, la lucha por los derechos legítimos de la mujer no merece rebajarse al uso de determinadas palabrejas. Quizás debiera pelear, por ejemplo, porque las mujeres ganaran lo mismo en el ejercicio de las mismas responsabilidades. Pero no, ha ido directa al más hueco de los ruidos.
Respecto a las “miembras”, me remitiré a las reiteradas referencias de avezados lingüistas, nada dudosos, respecto a los géneros. Existe el femenino, el masculino y también el neutro, y este último, por razones prácticas y no machistas, coincide con el masculino. Así que, doña Bibiana, no se trata de un fenómeno sucedáneo del recalcitrante machismo sino, sencillamente, de una solemne estupidez.
Pero hay más monsergas erróneas en los políticos; lo de “ciudadanos y ciudadanas”, “jerezanos y jerezanas”, “andaluces y andaluzas”… un abundamiento ciertamente innecesario y con regusto a integrismo populista.
Doña Bibiana y demás políticos, las palabras tienen género… pero no “miembro”… ni siquiera “miembra”.

CRISIS, WHAT CRISIS?

A los que digan que hay crisis se les caerá la lengua. Sólo hay desaceleración y, quien lo dude, es un alarmista.
Todo va como la seda. Sólo estamos desacelerados, que conste.
Ha aumentado el paro, hasta en el mes más propicio del año. Pero hay que estar tranquilos porque Chaves ha prometido el pleno empleo. Palabrita de honor, de las suyas.
La luz va a subir un pellizco. Las eléctricas no están contentas con los pingües beneficios del año pasado y el gobierno, al parecer, tampoco cuando aprueba este subidón.
También sube el Euribor y, siguiendo la teoría que dice que la energía no desaparece sino que se transforma, supongo que alguien se estará embolsando ese dinero de más que pagamos, quien puede, por nuestras hipotecas. ¡Ah! Y ya están los buitres especuladores rondando por las calles.
La gasolina ni les cuento; un cuarenta por ciento más. Alegría para los árabes y para el gorila rojo, o primate colorado. Y mientras, a quienes tienen el transporte como medio de trabajo, se les caen lágrimas como almendras. Pero, dicen, la huelga es una medida desproporcionada.
La cesta de la compra un disparate y los supermercados vacíos. La culpa para los biocombustibles pero, curiosamente, quien se desloma con los tomates y las lechugas, vende al mismo precio.
Y así una retahíla inacabable; menos dinero, menos consumo y más penurias. Menos mal que ZP nos da cuatrocientos euros; listo el hombre como el ciervo, que Botín los cobra y yo no.
Así que poco a poco, pellizco a pellizco, van dejando mermados nuestros bolsillos, nos van haciendo pobres y desgraciados, y ni una sola medida, ni una respuesta, ni un aliento,.. Bueno sí, que somos unos alarmistas.
Estudiando la carrera, mi profesor de economía, que fue alumno de Solbes, me dijo que el ministro era un buen soldado para tiempos de paz. Así nos luce el pelo.

CORREOS

Correos funciona mal, o peor.
A pesar de la descarga de trabajo por la proliferación del email y de las empresas de paquetería y mensajería, Correos ha ido acaparando otras parcelas hasta empacharse de faenas más lucrativas pero que descuidan la esencia, el servicio al ciudadano, el clásico carteo.
Y si Correos, en general, funciona mal, el jerezano lo hace peor. Se lo comenté a un conocido, funcionario de Correos, y casi se irritó.
-¡Como todo! -me replicó fulminantemente-.
No le falta razón pero es un pobre consuelo.
Así que he hecho algunos experimentos, maliciosos pero muy clarificadores.
Al mismo tiempo, he expedido dos cartas desde aquí, una con destino Alicante y otra al mismo Jerez, a mi propio domicilio, a dos metros del buzón donde la he depositado. La primera ha tardado seis días y la segunda semana y media. Conclusión: parece ser que, a veces, la línea recta no es el camino más corto.
Pero he ahondado aún más en mis indagaciones.
He enviado dos cartas, al mismo tiempo, desde Madrid y con destino a Granada y Jerez. La primera llegó a Granada a las cuatro días, y la de Jerez, machaconamente, ha tardado semana y media. Conclusión; en Correos es delito sobrepasar ese retraso.
Como ven, los resultados son suficientemente acusatorios. Pero no contra los empleados de Correos, que seguramente cumplan con creces sus cometidos, sino contra el organismo, sus carencias, su engorde de negocio y su deficiente funcionamiento.
Por cierto, la puntilla; acabo de recoger del buzón un crisma navideño. En pleno agosto.

IRENA SANDLER

La semana pasada murió Irena Sandler, supongo que para muchos una absoluta desconocida. Me vino a la cabeza cuando falleció la madre Teresa de Calcuta, al mismo tiempo que Lady Di, y la princesa del papel couché ganó holgadamente en la medición del pesar y del interés de la gente. Ese día se confirmaron mis preocupaciones sobre el mundo de silicona que, entre todos, estamos fabricando.
Irena Sandler fue otra de esas personalidades silenciosas que alimentan la esperanza humana. Esta polaca, con una bondad que hasta a los nazis ablandaba, se las ingenió para conseguir todo tipo de pases que le permitieran atender a los judíos del gueto de Varsovia. En un principio, se limitaba a cuidar a los enfermos; un esfuerzo inútil y desalentador, o morían o eran exterminados.
Irena decidió entonces mojarse, jugándose la vida varias veces al día durante muchos años. Hagan la cuenta.
Derrochando astucia y temeridad, fue sacando niños del gueto y, luego, no menos difícil en aquellos horrendos tiempos, sacarlos adelante.
Irena decía, voy a sacar la basura, y dentro de la bolsa iba un niño.
O, me llevo prestada esta caja de herramientas, y dentro iba un recién nacido.
O también, ¿otro muerto Irena?, y llevaba un ataúd con varios críos escondidos.
Irena Sandler, con ese goteo diario, consiguió liberar y salvar la vida de 2.500 inocentes, pero es más, llevó una minuciosa relación de sus nombres reales y falsos, para que nunca perdieran su identidad.
Y la pescaron. Fue detenida por la Gestapo y torturada terriblemente pero jamás delató a sus colaboradores ni el paradero de ninguno de sus niños. Irena había introducido sus archivos en botellas y las había enterrado en un jardín, algo que no se supo hasta el final nazi.
Gracias a esta mujer, desconocida para la mayoría, hubo 2.500 niños vivos y, no menos importante, que sabían quiénes eran y, sobre todo, que surtieron de esperanza a una humanidad deshumanizada. Pero esto, seguramente, no tiene la menor importancia.

EXILIO

He conocido a alguien, en un bar, un hombrecillo que llevaba agarrado a una botella de vino barato desde las ocho de la mañana. Si bien la borrachera era estimable, no había desbaratado lo suficiente cierta clarividencia y la impecable construcción de razonamientos.
Me dice que va a renunciar a la nacionalidad española, lo que es sin duda un comienzo interesante, que ama su bandera pero, también, que ésta representa mucho más que una tela de colores amarrado a un palo.
Le meto un poco los dedos y sigue.
Me cuenta que siempre ha pagado religiosamente sus impuestos, que ha sido un fiel cumplidor de la ley, que es un hombre intachable –asuntos todos que luego he podido corroborar-, pero que lo de la nacionalidad es una especie de contrato, yo doy y España me da.
Pero a cambio de su rectitud, de su amor, de su profundo respeto, sólo recibe patadas y algún escupitajo en el ojo. Luego me cuenta sus circunstancias y le comprendo absolutamente.
Me dice que está en el frío paro, siendo un trabajador competente donde los haya, entregado, mañoso y nada conflictivo. Que ha malvendido la casa de sus ahorros y vive en un agujero; no podía pagar el descarado subidón de las hipotecas. Que es muy cuidadoso en el uso de los servicios públicos y que, sin embargo, una vez que tuvo que llevar a su hija al médico, poco más y la matan. Que sus dos hijas estudian en dos colegios distintos, cada uno en una punta de Jerez, y que ha rogado y protestado y nada, sólo desprecio de funcionario apesebrado y fotogénico.
Así, por espacio de media hora, ha ido contándome verdades como puños y que claman al cielo. El ejemplo de un hombre feliz que ha sido amargado por quienes le administran, por los que, presuntamente, cobran un pico por solucionar sus problemas.
Acaba diciéndome que va a pedir la nacionalidad de Ruanda Burundi, que no te dan nada porque nada tienen, pero que, al menos, no joden.

ESCRITORES

Todo el mundo habla de libros, de títulos, y nadie de escritores. Salvo en el caso de Ruiz Zafón, por su habilidad narrativa, o el de Boris Izaguirre, más que nada por su trasero. Pero es así, como si plantaras letras en un tiesto y germinara una novela o un poema.
También las administraciones, que hablan lindezas de la lectura, de los libros y de la intelectualidad, que hacen campañas de fomento y organizan ferias, casi escupen a los escritores; al menos a los que no comen en su mano.
Escribir es un trabajo penoso, muy considerado y mal remunerado.
Penoso como cualquier otra actividad creativa, ese esfuerzo de percibir cosas inadvertidas, de traducirlas en personajes y situaciones y de dibujarlas exactamente con palabras. Y peor aún, también hay que comer y comprar papel, y para eso hay que trabajar aparte.
Muy considerado porque publicar un libro es como las estrellas para el militar, un logro diferenciador y un revestimiento de presuntas sabidurías. De ahí el vergonzoso intrusismo de cualquier mindundi casposo en el campo de las letras. Y así nos va, que les aseguro que hay mejores libros inéditos que publicados.
Y, por último, poco o nada remunerado. Muy a menudo, escribir es el único trabajo en el que hay que dar las gracias. Si llamas a un fontanero, te desatasca las cañerías y cobra. Y qué decir si necesitas el desatasco de otras cañerías. Pero al escritor, nada de nada.
Ahora que está de moda la comparativa europea, no he conocido una nación ni una región más desdeñosa con los escritores que la nuestra, salvo con los comprometidos de carné en la boca. Y ya no es tanto la remuneración, a veces es suficiente con cierto respeto, un cuido, hacia un colectivo que, indudablemente, aporta a la sociedad muchas más cosas que otros.

9/5/08

RESACA

Un día hemos tardado en reencontrarnos con la cruda realidad, sin piedad, de sopetón. O uno y medio si se tiene en cuenta que el domingo de feria se ha perdido, entre maniobras de desmontaje y desfiles de mulos.
Entre las impresiones positivas, principalmente, la oportunidad de las fechas, con esa fiesta intermedia que ha animado la presencia de madrileños y de sevillanos con el mono por haberse aguado la suya.
Pero también muchas negativas.
Una feria sin autobuses es un impedimento demasiado grave para disfrutarla. Y me da la impresión de que no se ha hecho todo lo posible para evitar la huelga, los unos aferrados a una actitud próxima a la extorsión y unas autoridades más preocupadas con minicumbres de vinos y gambas.
Y demasiados incidentes, con un salpicón de trifulcas más o menos graves pero que siempre trastornan a los que van, llanamente, a divertirse. Y así seguiremos hasta que nos convenzamos de que en la feria no hay lugar para litronas ni pastilleos. Pero claro, hay que mimar los votos de algunos dieciochoañeros.
También sería necesaria una revisión que mesure la teoría pachequista de las casetas privadas. Es triste pagar una caseta durante todo un año para poder almorzar en paz y que no puedas hacerlo porque están ocupadas por quienes no pagan.
Hay trabajo por hacer, pero quizás sobre miedo a la pérdida de determinados nichos votantes.

FERIA DE JEREZ

Casi acabamos de empezar la semana de feria, un tiempo que ansiamos muchos jerezanos a lo largo del año pero que, luego, a base de copitas de más, se suele hacer larga.
Pero ya está aquí, nuestra feria distinta, uno de nuestros mayores distintivos. Incluso huele a vino y a albero, a algodón y a caballo, a gitanilla florista y a chino con invento luminoso, y ya tengo el pitido en los oídos por esa competición implacable de ruidos. A ver quién puede más.
Y hay días para todos los gustos. El día de las mujeres, el de los hombres, el de la caseta, el de los niños… pero todos, absolutamente todos, son días de alegría y olvido.
Sí, también de olvido. Porque fuera, traspasados los límites del ferial, amenazan las preocupaciones diarias, las hipotecas, las crisis, los catastrazos, los colegios, los precios,… Demasiados problemas para una España que nos pintan como casi perfecta. No vamos mal, sino que estamos desacelerados. Pues vale.
Pero dentro del ferial, bajo el alumbrado, aunque esté apagado, prevalece el olvido. Un estado de ceguera colectiva lleno de sonrisas, las que producen nuestros vinos bien bebidos y bien comidos. Una fórmula infalible para no andar a gatas. Y en ese estado de euforia estelar, todo es posible y casi nada está prohibido, cualquier cosa, que siempre podemos echarle la culpa al vino.
Apenas nos demos cuenta, habrá acabado la feria y volveremos a casa. Allí nos esperan los mismos problemas de antes, más una obstinada resaca y un nuevo agujero en nuestra economía.

PARITARIAS

La mayoría femenina en los gobiernos nacional y autonómico ha levantado una buena polvareda. Las reacciones han sido las previstas, unos muestran su reticencia con los nombramientos y otros los apoyan. Todo previsible, demasiado previsible. Incluso me da la malévola impresión de ser una polémica calculada, como una zanahoria en los hocicos de un pollino, con perdón, para provocar su arrancada.
Y me explico.
Parto de una premisa; que los ministros y consejeros debieran ser designados por su valía y no por el contenido de sus entrepiernas, sin cuotas ni puñetas, que me saben a reparto de botín.
Pero huelo a chamusquina. Chaves y Zapatero no sólo le han tomado el gusto a coincidir en las elecciones sino que, además, en ambos casos, han optado porque sean mujeres la mitad más uno de sus consejeros y ministros. Un gesto demasiado casual.
La zanahoria está servida y pronto han arrancado los más cándidos tras ella. Todos los que han mostrado su desacuerdo, con o sin argumentos convincentes, ya han sido hábilmente recluidos en el descrédito de los machistas e intolerantes. O sea, los malos. Incluso, de refilón, han impulsado algunos roces en el batallón enemigo. Y, por otra parte, quienes han apoyado los nombramientos, con criterios aún más sexistas, o sea, por el simple hecho de que sean más mujeres que hombres, sin ningún criterio de validez, han sido políticamente santificados. O sea, los buenos.
En eso, ni más ni menos, consiste esta reedición del truco de la zanahoria. Que valgan o no valgan para el cargo es otro cantar.

MARI LUZ

Por fin atraparon al asesino de Mari Luz, esa preciosa gitanilla onubense. Pero no debe cerrarse ahí el asunto, ni mucho menos. Porque hay muchos otros cabrones impunes rondando por las calles y porque este caso ha dejado encuero nuestra justicia y nuestra seguridad.
Ahora debe llegar, perentoriamente, la fase de reflexión y normalización. Lo que vulgarmente se llama aprender de los errores.
Primero: ese presunto animal recién detenido y su cohorte de similares debieran pasar muchos años enjaulados, o todos, sin rehabilitaciones ni puñetas, ni atenuantes onanistas, en el más cruel sentido punitivo. Así quizás puedan comprobar en sus carnes lo que son carencias afectivas; las de los reclusos.
Segundo: como ese presunto animal ya debiera estar enjaulado, el estado, sin duda, es el responsable penal subsidiario de la barbaridad ocurrida y, por tanto, como puede ocurrirnos a los de a pie, debe ser sentenciado. Pero más grave aún, el asesino tenía causas pendientes por pederastia, fue detenido apenas desaparecer Mari Luz y, sorprendentemente, fue puesto en libertad. Supongo que, entonces, comprobarían su identidad y los antecedentes del cacho carne. O a lo mejor es mucho suponer.
Tercero, y especialmente urgente: hace falta un zarandeo serio de un sistema judicial y policial que ha hecho aguas. Alguien, al que pagamos generosamente, ha dejado en libertad durante años a un sujeto, o mejor presunto hijoputa, ciertamente peligroso, cuya reincidencia en la criminalidad era una mera cuestión de tiempo. ¿Cómo es posible? Probablemente sea responsabilidad de algún juez de los que viven en el infinito, o de un jefe de policía preocupado por las estadísticas de la criminalidad, o de algún funcionario de nueve a tres. Quién sabe. Pero estamos obligados a bajar a ese juez a la fría tierra de los mortales, o a enseñar a ese policía cómo se patean las calles de Rentería, o a mostrar a ese funcionario los ingratos caminos del desempleo.
Creo que, todo eso, se lo debemos a Mariluz y a su familia.

18/3/08

INAPETENCIA

A veces, sólo a veces, cuando tomo la pluma para escribir, se me queda la mente en blanco. Me pregunto si sirve para algo más que para vaciar de clavos mi conciencia. Si a alguien le interesa lo que puedo decir en estas líneas. Si con mi opinión puedo accionar el resorte de la rectificación, o alguna lealtad escondida.
No lo creo.
Da la impresión de que lo que pueda decir yo, u otros, que se mueven estrictamente dentro de los márgenes de la buena fe, opiniones distintas y puntos de vista menos viciados, se estrellan contra los guiones de hierro y los intereses torticeros.
Así que podría hablar de temas sobados que enturbian el panorama jerezano considerablemente; como la no devolución fulminante de ese disparate de expediente catastral; como la inseguridad ciudadana y la crispación creciente, algo que sólo perciben los que, como yo, tomamos diariamente las calles y no los que habitan burbujas; el enorme problema de la educación como proyecto de convivencia, un sistema machacado por políticos cuyos hijos estudian en Inglaterra; la reforma de un hospital cuya mejor solución, según las opiniones más capaces, es la llana demolición; la cabezonería de construir un palacio de congresos mediocre para seguir acogiendo un turismo de medio pelo; el estupor porque la Junta, ahora, milagrosamente, apueste por el gran premio de motociclismo, cuando siempre le ha importado un rábano, lo cual, políticamente da que pensar; más otros asuntos endémicos que todos solucionan antes de las elecciones y que se pasan cuatro años más sin solución.
Pero les aseguro que no servirá de nada. Parece ser que valen más crédito las opiniones de otros escritores, o sucedáneos, o grafómanos, que las de intelectuales coherentes de distintas siglas. Pero si vende más libros Boris Izaguirre que Muñoz Molina o que Caballero Bonald, todo es explicable; tendremos que enseñar el culo para luego integrarnos en la intelectualidad bananera y así ser escuchados, además de vender muchas bazofias.

POSTELECTORAL

Escribo esto el viernes y aún no sé quién ha ganado las elecciones. Supongo que todos. Como siempre.
Y antes de conocer los resultados, antes de que las euforias o las decepciones tapen mis conclusiones, con objetividad, he reflexionado sobre lo visto.
Respecto a Andalucía, sólo una palabra; pena. Como andaluz, no es de recibo que el señor Chaves esconda su gestión tras el ruido de las elecciones generales. Andalucía merece un debate propio, sin injerencias, limpio de ramas, para que se hable nítidamente de nuestras realidades más cercanas. Por lo demás, yo echo de menos aire limpio, caras nuevas, políticas para los ciudadanos y no falsas palabrerías para crédulos, un ambiente sin nieblas para que, de una vez, el andaluz pueda votar libremente y no con disimulados encauzamientos.
En lo nacional, más que un proceso electoral, me ha parecido una campaña de desprestigio; de los candidatos y de la política en general. Un ejemplo de mediocracia.
Alguien debiera explicarle a algunas sabandijas, turbios asesores de los políticos, que no todo vale para ganar; que el voto es un simple trozo de papel y que vencer, en política, no debiera ser otra cosa que satisfacer a los ciudadanos.
Lo cierto es que jamás vi una disputa más pobre y bajuna en la historia de nuestra democracia actual. Quizás los partidos se han contagiado de la atmósfera reinante, de la gente, de las calles, de las televisiones, y han tomado nota de la zafiedad, la crispación y el insulto. O bien lo promueven. He escuchado atrocidades de puro memo, promesas hilarantes, datos encapuchados, hasta a un discriminado positivo ha estado a punto de correrse en un mitin. Lo nunca visto. Por lo demás, en mi caso, respecto a mi situación personal hace cuatro años, puedo asegurarles que gano menos y que gasto más al comprar lo mismo. Esa es mi medición y no otra. Lo demás, me trae sin cuidado.

4/3/08

DEBATES

Está de moda el debate político, ese espectáculo estelar, de bambalinas, de histrionismos interpretativos, de audiencias, de pura cosmética, donde los candidatos pretenden enfatizar en varios minutos cuatro años de gestión y de oposición, de aciertos y de fracasos.
Parece mentira. Despotricamos de todo lo americano y, sin embargo, irradiamos americanismo por los cuatro costados. Los imberbes van con pantalones de culo al aire, mascando chicle, con la gorra invertida, en monopatín y pintarrajeando las paredes. Encumbramos a ese intruso llamado Papá Noel en detrimento de nuestros Reyes Magos. Devoramos cine americano y hasta los actores, confesos de su antiyanquismo, pierden el traserillo por un Oscar. Las empresas adoptan las fórmulas americanas, vender el máximo a cualquier coste, machacando. Y sin embargo odiamos a los americanos.
También estos debates políticos, preelectorales, son una imitación más de los burdos hábitos americanos. Un intento de elevar a términos circenses el debate político.
Pero más importante aún es el post-debate. Datos sobre quién ha ganado, como si eso fuera crucial en el proceso electoral, y mil sondeos dispares, según el medio de que se trate, siempre dudosos, que intentan enmarañar nuestras impresiones reales, y apostillas falsarias desde los partidos.
A mi juicio, el acto del voto, esa decisión sacrosanta escrita en nuestra papeleta para elegir una opción u otra, es algo más importante que todo eso; es el premio o el castigo a una trayectoria, a los logros y los olvidos, a las confianzas y los engaños, y no a las facultades interpretativas, o a las medias verdades y medias mentiras, o a los datos muy volubles que se vierten durante media hora.
Yo soy partidario de que el signo de nuestros votos, de los que votamos una gestión y no unas siglas viscerales, de los que no llevamos una etiqueta colgada del cuello, debe inspirarse de puertas adentro, en nuestra vida diaria, en lo que tenemos y en lo que nos falta. Este sería un síntoma definitivo de cultura democrática que convalidaría, de una vez por todas, un sistema que se me antoja como estancado en la estética.

1/3/08

NECESIDADES REALES

Me gustaría aclarar que escribo estas líneas antes del debate de ayer, e importándome poco lo que digan o dejen de decir. Prefiero medir los logros según trayectorias y no por una función made in USA, estelar y momentánea.
Pues bien. La campaña electoral, a veces, mejor a menudo, circula por terrenos absolutamente irreales, en términos que en nada se ajustan a las auténticas necesidades de la ciudadanía.
Los de a pie, y es un útil consejo, debemos cerrar los ojos, abstraernos, y no permitir que los medios y los partidos nos digan lo que necesitamos. Sólo cada uno de nosotros sabe lo que necesita.
Un ciudadano jerezano, por ejemplo Perico, uno del montón, como usted o yo, para empezar necesita un trabajo. Tiene el derecho y también el deber de trabajar; por razones económicas, por amor propio y por responsabilidad social. De nada sirven las cifras manipuladas y las mentirosas promesas de unos y otros. La realidad es que Perico está parado.
Pero imaginemos que Perico trabaja, lo cual es mucho imaginar. Las siguientes preocupaciones son cómo va a pagar la hipoteca, los colegios, los impuestos, la cesta de la compra, la ropa, la gasolina, el café de ochenta céntimos,… Si Perico desea, además, una buena educación para sus hijos, escolar o extraescolar, o que hagan deporte, o que avancen como personas y no penetren en esa preocupante y tolerada fauna juvenil, tiene que hacer entonces un importante desembolso adicional.
Por otra parte, Perico, a cambio de lo mucho que tributa, encuentra calles sucias, salvajes al volante, atascos, agresividad, falta de aparcamientos, una incipiente mala educación, una sanidad desencantada, una administración apática y una enseñanza atemorizada.
Así que Perico, se pasa buena parte de su vida haciendo encajes de bolillos, ingeniería mini-financiera, para vivir con lo puesto o endeudándose lo menos posible. O meterse a sinvergüenza, que ese sí es un negocio seguro.
Y ahí van las soluciones políticas a los problemas de Perico; unas décimas de crecimiento del PIB, un gráfico dudoso, el recorte de medio punto de inflación, más prohibiciones para las faltillas y más exenciones para los grandes pecados, un apestado manual de educación para la ciudadanía y cuatrocientos euros de magnánimo regalo, como si los fuera a pagar ZP de su bolsillo. Así que Perico traga el anzuelo, se tranquiliza, vota y sigue con las mismas, haciendo cuentas.

23/2/08

RACISMO

He asistido a los entrenamientos de la Fórmula Uno. Ya saben ustedes, Hamilton y Alonso en pista. Además, en plena efervescencia de los presuntos insultos racistas que el piloto inglés recibiera en Montmeló. A mi juicio que todo esto está sobrepasando con creces el “castaño oscuro”, con perdón.
Y es que últimamente, con eso del talante, estamos de lo más sensibles.
Miren ustedes. Lo que yo vi en Cataluña, un grupo de tiznados que decía ser la familia de Hamilton, para mi gusto, tiene mucho más de coña marinera que de racismo. Que la FIA, casualmente comandada por un inglés, se horrorice y tome medidas antirracistas me produce casi hilaridad. Y más aún que nuestras autoridades se contagien del asunto. Y me explico.
Racismo es, por ejemplo, haber tenido sometidas a las colonias Indias y Pakistaníes, tratándolos como puros esclavos. También es racismo, y esto lo he visto yo en Londres, permitir carteles en las puertas de los bares que prohibían la entrada de perros y españoles, textualmente. O quizás es mayor racismo que los ingleses, en las proximidades de Gibraltar, esa colonia de puros ingleses de tortilla con papas, batas de “guatiné” y alpargatas a cuadros, en suelo español, existan clubes donde se prohíbe la entrada a españoles. En cuanto a energúmenos, basta con ver los comportamientos de las hinchadas británicas.
Yo he podido ver a Hamilton, de cerca, y les aseguro a ustedes que es negro. Puro negro. Como Nakajima es puro amarillento y Kovalainen puro blanco traslúcido. Como Melchor, Gaspar y Baltasar, qué puñetas. Como los hay barbudos a lo Fidel, orejudos a lo Carlos de Inglaterra y cabezones como Pacheco. Lo más natural.
Durante los entrenamientos, la grada se ha comportado exquisitamente, si me apuran sólo he detectado alguna provocación maleducada por parte de algún cateto llanito que olvida quienes son los que se tragarán el chapapote del “New Flame”.
Sólo un incidente reseñable. Se ha levantado un gitanillo, mil veces más negro que Hamilton, puro tizón, y ha gritado a los cuatro vientos.
-¡Aquí, yo soy el único que puede llamarle negro!
Habrá que detener a ese gitanillo y encarcelarle por racista.

11/2/08

EL TEMPUL

El zoo botánico de Jerez ha cumplido la friolera de 55 años. Lo celebraron agasajando con una tarta flotante a los hipopótamos y nuestra alcaldesa, Pilar Sánchez, atascada por las protestas del pestilente asunto de Jerecom, no pudo llegar a tiempo de soplar las velas.
El sábado hubo más celebraciones. Acudieron más de un centenar de niños, y se embelesaron con un teatrillo creativo y maravilloso, y saludaron uno a uno a sus amigos los animales, y brincaron en el parque infantil, y luego, ya en casa, soñaron con aquel rincón distinto a todo lo conocido.
El Tempul, que a mí lo del zoo botánico me suena a capricho pachequista, continúa su andadura, principalmente, gracias al empuje e imaginación de quienes lo tienen a su cuidado y acuciado, como otros tantos, por los recortes presupuestarios. Es así. La falsaria opulencia municipal de antaño, la de rontondas, estatuas y mucho ladrillo, se sufragaba con endeudamientos diferidos; una fabulosa pirámide para el culto de nuestro faraón que dejaba tras sí miles de esclavos muertos.
Es ahora, ya en tiempos del postpachequismo, cuando pagamos aquellos excesos. Y mientras, aún estamos esperando la prometida auditoría de su gestión o, al menos, una investigación cuidadosa debajo de las alfombras.
Pues bien. Nuestro querido Tempul, monos, tigres e hipopótamos, son sufridores solidarios de las ruinas pasadas. Las más que necesarias obras de ampliación y acondicionamiento están paradas, abandonadas, y ya sufren la devastación de las tribus urbanas. Cuando quieran retomarlas no van a encontrar nada.
Yo soy un admirador de nuestro Tempul y participante discontinuo de sus actividades, quizás porque es el único paisaje de Jerez que realmente me devuelve a la infancia. Lo considero como un íntimo orgullo para todos los jerezanos, silencioso pero implacable. Y pienso que no se puede recortar de todo por igual. Está bien que se purgue la Gerencia de Urbanismo de técnicos innecesarios pero generosamente asalariados. También que se racionalice el gasto. Que se rasque de uno u otro sitio para apuntalar este gran castillo de telarañas que, económicamente, es el municipio jerezano. Pero no se puede pretender que jirafas, leones y elefantes paguen el pato y, menos aún, que se quebrante uno de nuestros muy escasos orgullos.
Ahora, más que nunca, es indispensable que todos nosotros arropemos nuestro Tempul, visitándolo, participando en sus muchas actividades, para elevarlo a su real importancia. Porque quien tenga hijos y vea sus rostros asombrados clavados en aquellos animales y plantas, no sólo se sentirá feliz por ellos, sino que recuperará al instante el casi perdido orgullo de ser jerezano.

CATALÁN EN ANDALUCÍA

Un tal José Antonio Sierra, creo que sin haber bebido demasiado, propuso el aprendizaje del catalán en Andalucía, argumentando que, si así se hacía en el extranjero, debiera enseñarse igual en el resto de las comunidades de España.
Nuestro PSOE andaluz, últimamente muy advenedizo, o quizás buscando complicidades catalanas en otras instancias, se ha apresurado a incluir tal iniciativa en su programa electoral.
Yo, en principio, no tengo nada que objetar a la propuesta, incluso me parece enriquecedora, salvo una mera cuestión de prioridades.
Los mentores socialistas de esta iniciativa catalanista, con el apoyo de algunas peñas del Barca o quizás aleccionados por la confesa vocación culé de ZP, quizás debieran concentrar sus esfuerzos en otras parcelas, menos cosmopolitas pero infinitamente más necesarias; empleo, economía, vivienda, educación,… temas preocupantes y laboriosos cuya resolución, o empeoramiento, copará holgadamente el tiempo de su hipotético gobierno.
Pero ciñéndome a la parcela estrictamente lingüista, se me antoja más urgente la enseñanza razonable de la lengua española, como herramienta diaria, para que así nuestros vástagos superen de una vez esa ominosa terminología del “colegui”, del “superguay” y del “sanfrantástico”.
Por otra parte, en algún aspecto, no me parece nada legítima la propuesta. Principalmente, porque los castellano-parlantes somos discriminados de manera vejatoria en Cataluña, en un bar, en un aeropuerto, trabajando, a veces de forma grosera, dilapidando ese “seny” del que tanto presumen. Quizás, mejor que esa propuesta que, lo reconozco, me sugiere alguna desconfianza, convendría proponer a los estamentos oficiales de Cataluña que no fuera imprescindible un examen de catalán para trabajar en todos ellos.
¿Hay alguien que pueda incluirlo en su programa?

PANORAMA JEREZANO

Mientras ZP nos promete 400 euros y Rajoy el pleno empleo, uno, que es “currito” de a pie, se pregunta:
¿400 euros si gana?, ¿pero no gobierna ya?, ¿por qué no lo hace ahora?, ¿está comprando votos?
Y también, en la otra acera de las promesas:
¿Llegará ese pleno empleo a Cádiz?, ¿no es una promesa manida?, ¿queremos los gaditanos trabajar plenamente?
Entretanto, los jerezanos seguimos y seguiremos al tran-tran, sin que haya variado notablemente el paisaje y sin atisbos de esperanza. La única novedad reseñable es que el Xerez ha ganado un par de partidos seguidos.
¿Por dónde crecemos en la provincia de Cádiz para mejorar nuestras vidas; para mejorar nuestras rentas; para involucionar el desempleo?
Porque, no lo olvidemos, uno de cada cinco parados nacionales está en Cádiz y este dato no sólo debiera preocupar sino que resulta absolutamente intolerable. Tanto que, de mediar alguna vergüenza, debieran desfilar uno a uno todos nuestros responsables, o irresponsables, para dar paso a ideas nuevas.
¿Crecemos desde la industria vinatera? No lo creo. La única esperanza puede residir en el talante rompedor de Ruiz Mateos y su Nueva Rumasa. ¿Pero les dejarán esta vez?
¿Crecemos desde la construcción, nuestro último y etéreo motor? Menos aún. El artificioso universo del ladrillo, como era de esperar, ya está dejando sus cadáveres y la subsiguiente cuota de paro.
¿Crecemos desde la industria? Tampoco. La única industria que tenemos es la negociada y a cambio de parabienes. Ningún empresario en sus cabales va a instalarse en territorios conflictivos y con mano de obra cara, menos teniendo alternativas más rentables en la nueva Europa o en países menos desarrollados.
¿Crecemos en la agricultura? Ni contesto; repasen las OCM.
Entonces ¿Desde el sector servicios?
Sería posible, pero aquí no existe ni desparpajo, ni atrevimiento, ni imaginación para que lo hagamos.
No se puede atraer un apetitoso y viable turismo de convenciones y congresos con el Centro de Congresos proyectado para Jerez, arrinconado, condenado al fracaso desde el papel y que continúa su paso por la maldita inercia política y sus intereses profundos y retorcidos.
¿La Fórmula Uno? Es muy cara. Para Valencia y Barcelona, no lo es; para Jerez, sí. En otros lugares se apuesta para ganar y aquí no se gana porque no se apuesta. Y sin embargo, hoy, la Fórmula Uno es un eficaz negocio de imagen, de beneficios directos y de indirectos.
En definitiva, nuestro único patrimonio para crecer es el hecho de estar ubicados en un rincón del paraíso, sierra y mar, naturaleza e historia. Pero ni se explota, ni se valora, ni se sabe vender. Y fracasamos porque, habiendo magníficos profesionales para planificar una auténtica revolución, son frenados por intereses de asientos políticos, por compromisos irrompibles y por falta de atrevimiento.
¿Saben? Ahora, más que nunca, necesitamos de alguien que rompa todo esto.

22/1/08

LA REINA GITANA

Se llama Rosario Montoya. Es jerezana orgullosa de serlo, gitana hasta la médula y artista con mayúsculas.
Pero no se engañen, ni baila ni canta ni palmea. Nada más y nada menos que vuelca su cuerpo menudo, su mirada negra, sus rizos inquietos, y su mucho arte, sobre las teclas de un piano.
Una gitana tocando el piano.
Pero además lo borda, en creación y ejecución, entreverando ritmos dispares, tramos melodiosos con arranques de genio, pasajes de sabor clásico con volutas árabes y aires flamencos, los que lleva dentro.
Así es. Escuchar sus interpretaciones resulta una delicia sobrecogedora. No te permite, en ningún caso, ni un leve instante de impasibilidad. Porque cuando ya acaricias las algodonosas nubes a través de sus notas suaves, confiado en un plácido y lineal viaje musical, aparece el sobresalto desgarrador de los rayos y las tormentas, el sabor incierto de bulerías y tangos, de malagueñas y seguiriyas, de rumbas y salsas, todo subyacente, disimulado, pero evidente.
Pero no es sólo su piano, sus manos. También ha sabido acompañar la interpretación de sus composiciones con instrumentos dispares, agridulces, el fondo lloroso del violín, el quebranto de la caja, los austeros acordes del violonchelo, fabricando una amalgama heterogénea, un raudal a veces desgarrador y desconcertante.
Pues sí, Rosario Montoya, la reina gitana, es de Jerez. Y casi nadie lo sabe.
De ser sevillana la llevarían bajo un palio, estaría arropada como un bebé, pero aquí, en esta bendita tierra tan parecida a la sevillana, nos diferenciamos de ellos en el frío desprecio de lo propio. Como ya ha ocurrido con tantos.
Así va Rosario Montoya, la Reina Gitana, paseando el nombre de Jerez por todas las tierras de España, maravillando con esa música distinta, repartiendo emociones de miel y sal. Seguramente, cuando alcance sin ayuda las alturas que le corresponden, entonces, la llamaremos sin pudor traidora de su tierra.

NACIONALISMO VASCO

Llevo algún tiempo arrastrando las ganas de escribir alguna línea sobre el nacionalismo vasco. Hoy, por fin, me he decidido. Y sentía esa picazón porque la imagen política que nos muestran no es más que la fachada de una muy elaborada operación estética de marketing.
Así pues, diré lo que sé al respecto, que les aseguro que no es poco, y de muy buena tinta. Aún no me explico por qué motivos se silencian o son minuciosamente tergiversadas las auténticas realidades vascas.
La aspiración nacionalista vasca es bien reciente, de finales del XIX. Fue formulada sin ninguna convicción por un tal Sabino Arana, un Carlista revenido, que, entre otros inventos de menor calado, ideó la ikurriña, prefabricó una ortografía del euskera y contagió a unos pocos de su acentuado racismo. Así de reciente es esa tradición nacionalista que pretenden vendernos como una realidad casi prehistórica.
El difuso ideario de este personaje ambiguo y controvertido fue captado por unos pocos poderosos para fundar el PNV. La razón última de este partido, fuera de maquillajes, es muy simple. ¿Por qué repartir la tarta vasca con el resto más desfavorecido de España? El modus operandi es igual de obvio, presionar al gobierno central con la amenaza independentista para arañar beneficios. O sea, resulta que la doctrina vasca, como casi siempre, se agota en “la pela”. Lo demás, créanme, es torcida propaganda.
La independencia vasca es cuestión de tiempo. El plan elucubrado es tan paciente como eficaz y se van cumpliendo escrupulosamente los hitos establecidos al término del franquismo. La estrategia era bien simple. Un brazo político, el PNV, y los estragos de ETA. Los segundos matan, extorsionan, amenazan, y los peneuvistas ponen la mano.
Mientras tanto, mediante las ikastolas –escuelas fundamentalistas vascas, para entendernos-, han ido envenenando a los niños en el odio a España y en el amor a su invención reciente. Esto ocurre desde hace treinta años. Y los bebés de entonces ya votan.
Por otra parte, han procurado de todos los modos la expulsión de los que no piensan de igual manera, con amenazas, cartas, pintadas, agresiones, muertes,… Poco a poco, aburridos y aterrados, ha ido desertando buena parte de los discrepantes del nacionalismo.
Con lo uno y lo otro, ahora, calculadora en mano, ya empiezan a salir los cálculos para proponer, o forzar, un referéndum.
Ese, y no otro, les aseguro que es el panorama real en el País Vasco.
Cuando esa unidad de propósitos entre PNV y ETA comenzaba a resquebrajarse, llegó ZP que, con el talante en la mano, se dejó engañar con diálogos imposibles. Él mismo ha reconocido su error, pero era evidente.
No se puede negociar con alguien que te apunta con una pistola por debajo de la mesa. Además, ETA no se acabará con razones porque no es posible razonar con fanáticos o con seres descerebrados e innecesarios. Y los Kale Borroka, esos agitadores callejeros, no son otra cosa que unos “macarrillas” de tres al cuarto que conforman la cantera etarra. Reciben en el móvil una consigna y queman lo encomendado. Al día siguiente, recogen un sobre con una gratificación para gastarse en litronas, piercings y porros. Yo he visto una tarifa de los “kale borroka”, sellada por ETA; diez mil por quemar un cajero, cien mil un banco, etcétera. Supongo que habrá otra similar por asesinar diputados o guardias civiles.

EL COTARRO ELECTORAL

Al ciudadano de a pie, supongo, se le debe estar haciendo muy cuesta arriba encontrar destinatario para sus votos. No tanto en las andaluzas, en las que Chaves, parapetado una vez más tras el fragor de las elecciones generales, repetirá en su empeño de proponer una Andalucía puntera y ejemplar; fundamentalmente en pobreza y desempleo, materias en las que seguimos siendo la cola aventajada de Europa; lo que, al parecer, nos gusta.
En las elecciones generales la cosa se complica; las opciones no son de demasiada confianza o, en todo caso, votaremos la menos mala, lo que en democracia es francamente preocupante.
Por la derecha, Rajoy, o quienes le asesoran precariamente, desfenestrando a Gallardón, ha desperdiciado una ocasión pintiparada de ensanchar hacia el centro su potencial votante. Una torpeza, porque buena falta le va a hacer ese puñado de votos. También, con esa rumorosa eliminación, ha descartado una futura amenaza para los Aguirre, Zaplana, Acebes, Arenas, etc… políticos atravesados para el electorado nacional y necesariamente renovables.
Pero además, dos torpezas en una, esta decisión ha amordazado el anuncio de su fichaje estrella, Pizarro, un brillante gestor capaz de dar respuesta a la principal preocupación del españolito, esa alarmante situación económica que sólo Zapatero es incapaz de vislumbrar.
Por la izquierda, encontramos más de lo mismo. El PSOE, como siempre por estas calendas, intenta caldear las viejas rencillas entre los españoles, como si en España fuera posible una nueva confrontación civil. Una baja artimaña, un engañabobos. Lo que no puede presentar es un balance afortunado de su gestión, que ha sido torpe, indecisa y débil. Si no miren; fortalecimiento de ETA, debacle económico salvo para la banca, irrisoria política social, menos educación y más paro y empleo precario… Eso sí, mucho talante, pero poco talento.
Tampoco esta vez dispone del recurso de las mentiras del PP como arma arrojadiza; Zapatero mintió descaradamente al asegurar que no se había reunido con ETA después del atentado de la T4, y lo hizo. Sin embargo, ahora no ha habido mensajitos, ni juicios, ni acometida de los medios, ni estrategias de Rubalcabas. Raro, raro.
Más a la izquierda, la dama apostólica del PSOE, Izquierda Unida, manejada por un celestial Llamazares que despide odios irredentos en cada una de sus palabras, sólo ofrece respuestas a los encasillados en sus siglas. Y aquí no le valen sus subterfugios congresuales, cambiando las reglas inopinadamente para asegurarse su continuidad.
Así que, me temo que, si quiero votar en conciencia, mejor ese día me quedo en casa.